Cuando se quiere rehabilitar un
edifico, el apuntalamiento es el primer paso que se establece cuando se da
comienzo a la consolidación del edificio. Cosiste en un conjunto de
intervenciones provisionales que tratan de garantizar la seguridad necesaria para
trabajar con la fase transitoria, tanto de cara al caminante que pasa por al
lado de nuestra obra como para el personal de la misma obra. Esta medida se
lleva a cabo con el fin de proteger el edificio y que no se produzcan
derrumbamientos parciales o totales y causen daños graves al personal de
trabajo y alrededores.
Existen ciertos requisitos que se exigen para realizar el apuntalamiento
al edificio, y estos son:
-
Velocidad con la que se lleve a cabo el proceso de
rehabilitación.
-
Los sistemas constructivos con los que contemos para
trabajar deben de ser flexible.
-
Adaptación en una zona de trabajo estrecha y de
difícil acceso del personal al trabajar.
-
Reversibilidad de la intervención de restauración.
El apuntalamiento, como toda
herramienta de construcción tiene sus peculiaridades y sus puntos fundamentales
de actuación, por lo que los principales campos en los que podemos utilizar el
apuntalamiento como medida de rehabilitación son los siguientes:
-
Apuntalamiento temporal de las fachadas durante el
tiempo necesario que se necesite en la reconstrucción de un nuevo edificio ya
existente. Se lleva a cabo mediante la utilización de estructuras reticuladas
especiales.
-
Estructuras de acero que sostienen la fachada mediante
la destrucción de la parte interior del edificio. Esta práctica del
apuntalamiento puede ser temporal o puede también formar parte del acabado
final del edificio.
-
Apuntalamiento temporal de las fachadas justo después
de producirse un terremoto. Aquí se suele utilizar andamios de acero para poder
permitir el uso de las aceras para los peatones.
-
Cubrición temporal para proteger la obra durante la
restauración.
Durante el tiempo en el que se
tarde en la realización del apuntalamiento, se usan principalmente las
estructuras de acero de dos formas diferentes: Como elemento estructural de
acero en forma de andamio y como
estructura de acero pesada y ligera. Estas últimas se adaptan bien para
realizar operaciones activas y pasivas de apuntalamiento. Éstos poseen
numerosas ventajas como: ligereza, alto grado de prefabricación, facilidad en
el transporte y en el montaje y rentabilidad económica debida a su alta
posibilidad de reutilización.
Si desea leer más sobre el papel tan importante que tiene el acero en el proceso de la rehabilitación, puede hacerlo pinchando aquí.
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